Por Alan Bojanic *
Las perspectivas de las
cosechas de cereales para 2012 empeoraron en Argentina, Brasil, México y
América Central, afirma en esta columna Alan Bojanic, representante interino de
la FAO en América Latina y el Caribe.
(Tierramérica).-
La incertidumbre ante lo que vendrá en 2012 es un desafío para la capacidad de
los gobiernos de enfrentar de manera equilibrada las amenazas que una recesión
representaría para la población de menos recursos.
La preocupación por la seguridad alimentaria deriva del hecho de
que menores tasas de crecimiento en el empleo y en los ingresos repercuten en
las capacidades de acceso de los más pobres a los alimentos.
Como señala el último Boletín Trimestral de Seguridad Alimentaria
de la FAO, el escenario internacional actual está marcado por la persistencia
de la crisis de la deuda soberana en varios países de la Unión Europea.
Si se produjera una recesión en la zona del euro, habría
consecuencias en la demanda mundial, y ese proceso influiría en las tasas de
crecimiento de los países emergentes que hasta ahora han sostenido la dinámica
del crecimiento económico mundial.
Esta situación de incertidumbre afecta las previsiones de
crecimiento de la economía mundial, que se han corregido a la baja para 2012,
desde 6,2 por ciento a 5,4 por ciento para los países en desarrollo, y de 2,7
por ciento, a 1,4 por ciento para los países de ingresos altos (con una caída
de 0,3 por ciento para la zona del euro). A escala mundial, el Banco Mundial
espera que la economía crezca 2,5 por ciento este año.
Un crecimiento más lento implicará que el comercio internacional
también disminuya su aumento, y probablemente esta situación incida en los
precios de los productos básicos. El Banco Mundial calcula que las
exportaciones mundiales de bienes y servicios crecieron 6,6 por ciento en 2011
(la mitad que en 2010, cuando la expansión fue de 12,4 por ciento) y se prevé
un aumento de 4,7 por ciento para 2012.
Los precios internacionales de los alimentos experimentaron una caída de 10 por ciento entre junio y diciembre de 2011.
Los precios internacionales de los alimentos experimentaron una caída de 10 por ciento entre junio y diciembre de 2011.
Entre diciembre de 2010 y diciembre de 2011, el precio del azúcar
bajó 18 por ciento; los precios promedio de los aceites y grasas se redujeron
14 por ciento; el índice de los precios de los cereales –fundamentales en la
dieta humana– se redujo 8 por ciento, y los productos lácteos cayeron 3 por
ciento.
Es presumible que esa tendencia a la baja –que repercute en las
expectativas de los agentes del mercado internacional– se sume a los aumentos
de disponibilidad de alimentos para generar un clima más distendido en 2012,
cuando habrá alzas y bajas de precios, pero menos marcadas.
Sin embargo, las fluctuaciones en los precios internacionales no
se transmiten de manera directa a los países: en América Latina y el Caribe no
ocurrió dicha transmisión directa cuando los precios alimentarios subieron, y
tampoco se espera que ahora se produzca en sentido contrario.
Esto no niega el impacto de los precios internacionales, sino que
revela la importancia de las dinámicas de los mercados nacionales y locales en
la formación de precios.
La disponibilidad récord de cereales en 2011 fue una de las
principales razones de la caída de precios en los últimos meses del año pasado.
Las existencias mundiales de cereales en 2011 serían 10 millones de toneladas
mayores que en 2010.
La producción también aumentó y la estimación más reciente de la FAO para las cosechas de cereales en 2011/2012 indica el récord de 2.323 millones de toneladas, un 3,5 por ciento superior a 2010/2011.
La producción también aumentó y la estimación más reciente de la FAO para las cosechas de cereales en 2011/2012 indica el récord de 2.323 millones de toneladas, un 3,5 por ciento superior a 2010/2011.
Se prevé que la cosecha mundial de trigo aumente 6,5 por ciento,
aunque los pronósticos de los cereales secundarios y del arroz se redujeron
ligeramente.
Los países de la región muestran estabilidad con un nivel
relativamente bajo de inflación (7 por ciento), según el Informe de Precios de
América Latina y el Caribe de la FAO, publicado en enero, y la inflación anual
de los alimentos mostró señales alentadoras al cerrar 2011 con 8,5 por ciento,
más bajo que el 9,6 por ciento de 2010.
Diversos países de la región experimentaron reducciones
importantes en la inflación de los alimentos entre 2010 y 2011, algunos incluso
llegaron a tasas inferiores a las registradas antes de la carestía alimentaria
mundial de 2008.
En cuanto a producción, las perspectivas han empeorado en
Argentina, donde debido a la sequía se espera una caída de aproximadamente 12
por ciento en los cereales. En Brasil también se observa una importante
reducción en la cosecha de trigo, con una rebaja de 16 por ciento entre
2011/2012 y 2010/2011, a raíz de heladas y reducciones de áreas sembradas.
También se prevén contracciones en las cosechas de maíz de México
y América Central.
Durante 2011, los gobiernos de América Latina y el Caribe
enfrentaron adecuadamente la alta volatilidad de los precios de los alimentos.
Varios de ellos ampliaron sus programas de transferencias de ingresos, que
garantizan el acceso a alimentos de buena parte de la población pobre.
Sin embargo, es clave que en 2012 no bajen la guardia y se mantengan
alerta por las amenazas que una recesión podría representar para la seguridad
alimentaria de los más pobres, que sufren los peores embates de los vaivenes
internacionales.
* Alan Bojanic, es representante regional ad interim de la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)
para América Latina y el Caribe.
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