Brasil y Colombia son los países más
peligrosos para los defensores de derechos humanos. Si se trata de la tierra o
del medio ambiente, Colombia es el país más violento; si hablamos de los
derechos de las mujeres o de la población LGTBI, Brasil lidera la tasa de
homicidios. La división de las cuestiones de derechos humanos es una forma de
clasificar los temas de mayor riesgo en cada país.
La mezcla entre activismo político y la precariedad
en los recursos serían algunos elementos mediante los que, según Achille Mbembe
habría nacido la “necropolítica”: políticas de muerte para el control de la
población.
Mbembe se inspira en Michel Foucault y sus mecanismos
del biopoder y de la biopolítica. El biopoder serían mecanismos y técnicas del estado para “subyugar los cuerpos y
controlar la población”
Según señala Mbembe habría una política de
muerte para el control de la población en que sería función del estado “hacer
vivir y dejar morir”, el clasismo de Estado determinaría quién vive y quién
muere. Mbembe fue más lejos que Foucault y mostró como el biopoder es
insuficiente para entender las relaciones de enemistad y de persecución
contemporáneas, entendiendo que además opera necropolítica en marcha para producir los
“mundos de la muerte”.
Yirley ha leído en el mensaje depositado en su
casa, “la instrucción es eliminarte”. Talíria fue informada por la policía que
los planes para matarla son viejos y orquestados en la deep web. Las dos líderes
de derechos humanos pidieron protección a sus Gobiernos para mantenerse con
vida. La solicitud de Talíria fue ignorada por el gobernador del Estado de Río
de Janeiro, de donde es diputada federal. Ella contó en las redes sociales su
historia; Yirley usó el canal de Youtube de Daniel Samper Ospina para contar la
suya. ¿Por qué Talíria e Yirley eligieron un camino de exposición pública tan
similar y alternativo a los canales oficiales del Estado? Porque los corsarios
y las milicias de la necropolítica están sumergidos en la política
gubernamental de nuestros países. Es el propio funcionamiento de los
Estados-nación que promueve políticas de la muerte, como el racismo, la
misoginia o la homofobia. Son, como describe Mbembe, Estados asesinos porque
son racistas.
Las dos historias nos hacen pensar sobre lo
que pasa en Latinoamérica, describimos los cambios políticos como olas
conservadoras, populistas o evangélicas. Todas esas son tácticas de la
necropolítica para establecer el corte entre lo que “puede hacer vivir y lo que
puede dejar morir”. Cuanto más frágiles son las poblaciones, como las mujeres y
las niñas afrodescendientes, indígenas o con discapacidad, mayor el
desequilibrio entre el poder de la vida y de la muerte. No es casualidad que
“feminicidio” fue una palabra puesta en circulación por las mujeres del Sur
Global, así como ser una activista mujer de derechos humanos es, cada día más,
una actividad arriesgada. Las relaciones de enemistad, como describe Mbembe, se
entablan por el derecho a matar, “establecen recortes de aceptabilidad para
tomar una vida”, instaurando los regímenes de miedo y precariedad. Cuando el
funcionamiento del Estado deja clara la necropolítica como régimen de gobierno
de las poblaciones, pasamos a describir el desorden como “emergencia”,
“conflicto armado” o “crisis humanitaria”. La verdad es que las tácticas de
exclusión y persecución ya estaban instauradas mucho antes de nombrarlas por
las palabras de horror.
Fuente: El país internacional
Desde la ALDHU, el Secretario General Juan de Dios
Parra, expresó su “profundo malestar por la indefensión sufrida por los
activistas que luchan en favor los derechos humanos en América Latina”. También apuntó a “la
ineficacia de los estados al protegerlos y esclarecer las circunstancias y
autores de muchas de estas las tragedias”.
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