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ONGs de DDHH preocupadas ante cuestionamientos a la CIDH |
Los derechos humanos son
universales y exigibles hasta que son molestos a los Estados que los deben
promocionar y defender. En Latinoamérica, algunos Gobiernos no gustan de críticas externas. De esta forma Gobiernos democráticos como, Brasil,
Venezuela, Ecuador o Perú están logrando herir de muerte al ya débil Sistema
Interamericano de Derechos Humanos.
"Nos preocupa muchísimo que haya consenso entre países
que históricamente han trabajado por los derechos humanos y otros que han
trabajado de manera sistemática para erosionarlos"
(Otramérica) El
miércoles 25 de enero, el Consejo Permanente de la OEA aprobó una serie de
recomendaciones sobre el sistema interamericano de derechos humanos pese a las
alarmas prendidas por la Coalición Internacional de Organizaciones por los
Derechos Humanos en las Américas, conformada por 71 organizaciones no
gubernamentales (ONG) de todo el hemisferio.
No
ha sido primera plana en los diarios de las élites, pero es
una terrible noticia para los pueblos. La Organización de
Estados Americanos (OEA) ha dado así un primer paso para reducir a
la mínima expresión a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la
puerta de entrada al sistema interestatal.
Los
promotores de la revisión de criterios han sido gobiernos molestos por los
constantes regaños, medidas cautelares e informes negativos procedentes de la
sede en Washington de la CIDH. Brasil está terriblemente
molesto con las
medidas cautelares por las que debería haber suspendido (y no lo ha hecho) las
obras de la megarrepresa de Belo Monte, en el río Xingú (Amazonas). Tanto, que
boicoteó a la propia OEA y ha congelado su aporte anual hasta no lograr su
objetivo: “acabar con las injerencias de la CIDH en asuntos nacionales”.
Obviamente, no opinan igual las decenas de organizaciones
populares que luchan contra este proyecto que provocará miles de desplazados y
un daño ambiental incalculable.
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Algunos Gobiernos pretender limitar funciones de la CIDH |
Igual
le pasa al Gobierno de Ecuador,
muy molesto con los comunicados de la relatoría de Libertad de Expresión de la
CIDH que ha criticado con dureza el intento de Rafael Correa de llevar a la
cárcel a periodistas del diario El Universo por “injurias”. En Perú,
el nuevo gobierno de Ollanta Humala está enfadado con la CIDH por aceptar casos
que tiene que ver con ejecuciones extrajudiciales por parte de un
batallón militar y, desde luego, no acepta ningún fisgoneo en las decenas de
conflictos sociales prendidos por cuenta de la megaminería. Venezuela no gusta tampoco de la CIDH; de hecho,
no gusta de la OEA, y ha repetido en innumerables ocasiones que no acepta la
intervención del Sistema Interamericano de Derechos Humanos en su territorio.
Suma
y sigue, Panamá también ha expresado su disgusto, al
igual que Nicaragua o, incluso, de forma más tibia, El
Salvador, Chile o Estados Unidos. Claro que, del total de
casos y peticiones en trámite por la CIDH en diciembre de 2010, los 10 países
que más acumulaban eran, casualmente, y por este orden: Perú, Argentina,
Colombia, Ecuador, Brasil, México, Guatemala, Venezuela, Estados Unidos y
Chile, este último por situaciones de represión contra las movilizaciones
estudiantiles y por el permanente hostigamiento represivo contra el pueblo
mapuche.
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Gobiernos incomodos ante informes de Relatorias de la CIDH |
La versión “oficial” que justifica la creación del Grupo de
Trabajo que ha elaborado las recomendaciones de cambio y las propias medidas
es, obviamente, mucho más benigna y dibuja una OEA preocupada por la democracia
y los Derechos Humanos. "Nos
preocupa muchísimo que haya consenso entre países que históricamente han
trabajado por los derechos humanos y otros que han trabajado de manera
sistemática para erosionarlos", expresaba con
suspicacia Viviana Krsticevic, directora del prestigioso Centro para la
Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL).
Recomendaciones
Lo aprobado por el Consejo de la OEA resulta de un grupo de
trabajo que ha evaluado “como mejorar la eficacia” del sistema interamericano.
Esa es la disculpa oficial. Pero en realidad las recomendaciones tienen dos
objetivos claros.