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lunes, 2 de enero de 2012

MEXICO: CIUDAD JUAREZ ENTRE LA VIOLENCIA DEL NARCOTRAFICO Y LA MILITARIZACIÓN REPRESIVA


Ciudad Juárez la más violenta de México

Organizaciones de Derechos Humanos han denunciado reiteradamente ante el mundo la situación de alta criminalidad que vive México y en especial Ciudad Juárez en el Estado de Chihuahua. En los últimos meses de 2011, México ha sido objeto de atención internacional, debido a un incremento desmedido en sus índices de violencia, provocados por la violencia criminal del narcotráfico y por las políticas de combate a este flagelo emprendidas por el gobierno federal. 

La militarización del país desde el 2008 ha significado la reiterada violación a los derechos humanos, torturas, amenazas y una consecuente impunidad. La población se encuentra secuestrada en medio del campo de batalla de enfrentamientos armados por intereses económicos ilícitos, en el que las más de 45. 000 víctimas han sido denominadas como “daños colaterales”. 

La estrategia del Estado para combatir la delincuencia organizada son las armas, mientras que los grandes capitales, empresas e instituciones constituidas con dinero del narcotráfico, jamás han sido desmanteladas por él. Por tal razón su política no sólo es fallida, sino además un evidente “terrorismo de Estado”. 

Protesta contra la violencia
Las organizaciones de Derechos Humanos han denunciado no sólo las condiciones de inseguridad y vulnerabilidad de la población en general, a causa de la violencia de los carteles, sino también la brutal represión y amenazas que reciben los grupos de activistas por elementos de la policía. Se ha denunciado  el constante acoso y asesinato de los participantes de la lucha contra la violencia y por la justicia, que se emprende en México. 

Ciudad Juárez tiene fama de ser la urbe más violenta de México y con las mayores tasas de homicidios en el mundo, aunque la cifra bajó de 3.100 en 2010 a poco más de 1.920 en 2011, todo un reto para su servicio forense que se considera el mejor equipado de América Latina. 

El equipo de expertos forenses ha tenido que ser duplicado ante el incremento de la violencia que ha sacudido esta ciudad del norte de México, de 1,2 millones de habitantes y vecina de El Paso (Texas), en los últimos años, atribuida a disputas entre bandas vinculadas a los carteles de Juárez y Sinaloa. 

Ahora 22 especialistas entre médicos, antropólogos, odontólogos y peritos forenses, trabajan en un laboratorio que cuenta con un moderno equipamiento como un analizador genético capaz de analizar cuatro muestras de ADN al mismo tiempo. 

"Tenemos tecnología de punta, considerada la mejor de América Latina e incluso superior al de muchas ciudades estadounidenses", dice Alejandro Hernández, un odontólogo que desarrolló una técnica de rehidratación de cadáveres, que permite conservar mejor los cuerpos en las altas temperaturas de la ciudad. 

La morgue integra un moderno complejo en las áreas de criminología, balística, química y genética, antropología y administración. Todo para intentar saber quién murió y cómo sucedió el hecho, en una ciudad que registra una decena de asesinatos diarios. 

La ola de violencia que ha provocado más de 45.000 muertos en México desde hace cinco años, cuando el gobierno lanzó a los militares en la persecución de los carteles, ha dejado también un reguero de cuerpos sin identificar y miles de denuncias de familiares de desaparecidos. 

Según la estatal Comisión Nacional de Derechos Humanos, más de 9.000 cadáveres no han sido identificados y existen denuncias de 5.000 desparecidos, según el balance más actualizado realizado a junio de 2011. 

A esto se suma la brutalidad con la que ocurren muchos crímenes: cuerpos cercenados, algunas de cuyas partes no se encuentran, o disueltos en ácidos, lo que hacen complica aún más el trabajo forense. "Esto no es como muestran las películas de televisión", dice un camillero que prefiere no dar su apellido. 

Los cuerpos permanecen a veces hasta cuatro meses en las morgues, mientras se trata de lograr su identificación, "una vez cumplido este lapso son llevados a fosas comunes", explica Arturo Sandoval, portavoz de la fiscalía local. En 2011, unos 210 cuerpos fueron enviados a fosas comunes. "Se les realiza la necropsia y el análisis de ADN, y luego son inhumados", señala Sandoval. (AFP/Univisión)

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