Venezuela, un régimen
tan represivo como las dictaduras militares de Argentina y Chile en la década
de 1970, tiene casi asegurada su elección para un escaño en el Consejo de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Cuando escuché sobre
la probable victoria de la candidatura de Venezuela a un asiento en el Consejo
de Derechos Humanos de la ONU, pensé que era una broma. Pero cuando contacté a
varios grupos de derechos humanos para averiguar si semejante locura es
posible, me confirmaron que es cierto.
Además, el informe de
la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU cita el uso generalizado de
la tortura contra prisioneros políticos, incluidas descargas eléctricas,
asfixia con bolsas de plástico y violencia sexual por parte del régimen de
Maduro.
Según YourHRC, UNWatch
y otros grupos de derechos humanos que siguen de cerca al Consejo de Derechos
Humanos de la ONU, los dos países latinoamericanos que probablemente sean
electos para el Consejo en las próximas semanas son Brasil y Venezuela.
Los 47 miembros del
Consejo, con sede en Ginebra, son elegidos por la Asamblea General de la ONU en
Nueva York. Los países necesitan dos tercios de los votos de la Asamblea
General, o 126 votos, para ser elegidos.
“En este momento, es
casi seguro que Venezuela sea electa, porque solo hay dos escaños disponibles
para América Latina en el Consejo, y hay solo dos países que se postulan”, me
dijo el director de UNWatch, Hillel Neuer.
Dado que la elección
para el Consejo tendrá lugar en octubre, puede ser demasiado tarde para que se
postule algún otro país latinoamericano. Normalmente, los países que se
postulan para un asiento en el Consejo lo hacen con más de un año de
anticipación, para tener tiempo para cabildear a su favor en todo el mundo, me
dijo Neuer.
Muchas de las peores
dictaduras del mundo invierten tiempo y dinero para obtener un asiento en el
Consejo, para protegerse de acusaciones externas de que violan los derechos
humanos. Entre los miembros actuales del Consejo se encuentran Arabia Saudita,
China y Cuba.
Casi siempre, estas
dictaduras ofrecen a los países democráticos su apoyo a sus candidaturas para
escaños en las comisiones económicas de la ONU —en las que los países
democráticos están más interesados— a cambio del apoyo de las democracias en el
Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
“La probable elección
de Venezuela para el Consejo es realmente escandalosa”, dice José Miguel
Vivanco, jefe del departamento de América del grupo de defensa de Human Rights
Watch. “Los países latinoamericanos que han denunciado a Venezuela deberían
proponer a un tercer país de la región y hacer una campaña para evitar la
elección segura de Venezuela”.
Estados Unidos debería
hacer lo mismo. Desafortunadamente, la decisión del presidente Donald Trump de
retirarse del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y varios otros foros como
el Acuerdo Climático de París han erosionado seriamente la influencia global de
Estados Unidos.
Pero Washington, la
Unión Europea y el Grupo de Lima —compuesto por Brasil, Argentina, y otros
países que buscan la restauración de democracia en Venezuela— deberían reclutar
urgentemente a un tercer país latinoamericano que pueda derrotar la candidatura
venezolana. “Es tarde y sería muy difícil, pero no es imposible”, dice Neuer,
de UNWatch.
En lugar de hacer
declaraciones vacías contra Maduro que solo buscan ganar votos cubanoamericanos
y venezolano-americanos en Florida, Trump debería usar lo que le queda de
influencia diplomática para derrotar la candidatura de Venezuela al consejo. Si
no lo hace, la dictadura de Maduro pronto se anotará una importante victoria
diplomática, mientras el mundo democrático estaba dormido.
Fuente: El nuevo Herald
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