Juan de Dios Parra, Secretario General de ALDHU saluda a las mujeres en su día, y reitera a nombre de todos quienes componen esta agrupación el compromiso en la lucha por igualdad y dignidad en toda américa latina, continente que está en deuda con ellas. Al mismo tiempo valora y agradece la carta abierta a las "Mujeres" que publica hoy el periódico www.eldiario.es de España del Juez Baltasar Garzón, gran amigo y colaborador de las luchas sociales y de reivindicación de las mujeres:
Mujeres:
Quiero un mundo en el que todos los
días sean 8 de marzo y en el que los hombres seamos mujeres para comprender el
sufrimiento de quienes siempre han sido menospreciadas o ninguneadas por el
hecho de ser mujer.
Pienso en Berta Cáceres, abatida por defender el medio
ambiente y enfrentarse a los poderosos en Honduras; pienso en las madres
colombianas de Soacha que denuncian el asesinato de sus hijos y se han
levantado frente a la milicia y la perversidad. En la luz que desprende
Rigoberta Menchú. Pienso en las madres y mujeres contra la droga de Galicia, en
Carmen Avendaño y en Carmen Duran, bastiones básicos para acabar con el narco
gallego; pienso en Ascensión Mendieta y en las hijas que han buscado con miedo
y tenacidad a sus familiares desaparecidos en la guerra y en la represión
franquista. En Maria Bueno, luchadora por la memoria y la justicia de los niños
robados. Pienso en Ana María Pérez del Campo y su batalla por amparar a las
mujeres maltratadas. Pienso en mujeres como Lidia Falcón o como Cristina
Almeida que han avanzado desde sus posiciones en la batalla por la dignidad.
Pienso en las mujeres que sufren agresiones sexuales, verbales, físicas, de
hombres cobardes que se esconden tras los golpes, los gritos y su mal entendida
masculinidad y pienso en cómo nuestros deficientes poderes públicos las
revictimizan, sin ser capaces de ponerse de una vez por todas las gafas
violetas.
Pienso
en muchas más mujeres, invisibilizadas a lo largo de la historia y cuyos
nombres deberían haber llenado páginas y páginas de los libros de texto y los
periódicos.
Y pienso
en tantas mujeres que he conocido y me han dejado huella por su valor y
fortaleza frente a la adversidad. Las abuelas y madres de la Plaza de mayo en
Argentina; indigenas valientes de Colombia, de Bolivía, de Guatemala o de
Paraguay. Fantásticas mujeres en mi profesión, juezas, fiscales, abogadas,
letradas de la Administración de Justicia, funcionarias, policías, guardias
civiles… trabajando por la justicia en un mundo muy hostil confeccionado a la
hechura de los hombres. Y muchas más: pienso en periodistas valientes, en
doctoras, en enfermeras, en monjas que atienden a los mas necesitados. En
mujeres de muchos oficios o sin oficio, capaces de aguantar y sacar adelante a
los suyos solas o a pesar de los otros. Pienso en quienes intentan salir de la
prostitución donde solo son tratadas como mercancías. Pienso en las abuelas que
sostienen a sus familias. Pienso en las jóvenes y niñas que ya luchan contra la
insensibilidad de muchos.
Pienso
en mi madre.
En esta
regresión que sufrimos en pleno siglo XXI hacia momentos que creímos olvidados,
retornemos de nuevo a la calle a gritar por todas las mujeres y sobre todo por
aquellas que no pueden alzar la voz.
Y pienso
en todo lo que no hemos hecho los hombres.
Apunto
aquí las palabras certeras de Clara Campoamor: "Resolved lo que queráis,
pero afrontando la responsabilidad de dar entrada a esa mitad de género humano
en política, para que la política sea cosa de dos, porque solo hay una cosa que
hace un sexo solo: alumbrar; las demás las hacemos todos en común, y no podéis
venir aquí vosotros a legislar, a votar impuestos, a dictar deberes, a legislar
sobre la raza humana, sobre la mujer y sobre el hijo, aislados, fuera de
nosotras”.
Quiero
un mundo en el que todos los días sean 8 de marzo y en el que los hombres
seamos mujeres para comprender el sufrimiento de quienes siempre han sido
menospreciadas o ninguneadas por el hecho de ser mujer.
Quiero y
necesito creer que este cambio es posible además de necesario. Porque de lo
contrario nos degradaremos, los hombres, al estrato más bajo del género humano.
Siglos y siglos de discriminación deben acabar ya. No basta con conquistar
derechos, hay que hacerlos efectivos, y en para ello debemos unir nuestras
fuerzas y gritar que ello es posible y que no nos van a detener en este
desafío. Dejémonos guiar por las mujeres que han luchado por todas y por todos,
para hacer un mundo más justo.
Hoy, las
avenidas deben llenarse de miles, de millones de voces limpias, como límpidas
son las gargantas de las mujeres que gritarán: ¡respeto, no discriminación e
igualdad real!: ¡paremos para cambiarlo todo!
Así debe
ser.
Baltasar Garzón
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