Cada 19 horas un LGBT
(lesbianas, gays, bisexuales, trans) es asesinado o se suicida víctima de LGBTfobia, lo que
hace de Brasil el número uno en el mundo de ese tipo de crimen. Los datos son
de la ONG Grupo Gay de Bahía, que informó que en el año 2017 se
registraron 445. La situación es dramática en este país, pero en el resto de
América Latina también.
Contra viento y marea, las
organizaciones civiles y la prensa llevan las cifras sobre los crímenes contra
LGBT. Sin embargo, existe un subregistro producto del miedo que trae consigo
denunciar la condición sexual y la impunidad de la justicia para investigar y
darle rostro a un tema que duele.
En palabras del director del Instituto Nacional de
Medicina Legal de Colombia, Carlos Valdés, hace diez años en
Colombia no se analizaban tan fielmente los crímenes contra la población LGBT,
pues eran considerados homicidios simples o agravados, de acuerdo con las
circunstancias. "No hacíamos un registro juicioso. Y no hacíamos
diferenciación por género", reconoce Valdés, pero "el Instituto ha
entrado en una modalidad de estudio diferencial y hemos detectado asuntos muy
dolorosos".
En Puerto Rico, entierro del
joven asesinado Jorge Steven. Crédito: Luis Alcalá del Olmo /
Primera Hora
Otras voces, como la de la
Defensoría LGBT de la Argentina, dan cuenta del ocultamiento de la orientación
sexual de los fallecidos. Razón por la cual identificar los crímenes de odio en
los países es difícil, y de alguna forma son detectados por el nivel de sevicia
que emplea el asesino: violar, apedrear, empalar, descuartizar o acuchillar
múltiples veces a la víctima.
Lo anterior sin contar con
que hay muchos suicidios que resultan del matoneo y la estigmatización. A
juicio de las autoridades forenses, tanto en Colombia como en la Argentina, los
crímenes contra los LGBT son una realidad que camina invisible en nuestras sociedades.
En Brasil, 39 personas con
identidad sexual diversa se suicidaron en tres años; 286 fueron asesinadas con
arma de fuego y 275, con arma blanca; 97 fueron asfixiadas; 28, apedreadas; 10,
carbonizadas y 3, envenenadas.
Todos los años las calles de
Lima son escenario de la Marcha del Orgullo LGBTI, movilización que celebra la
diversidad y pide políticas públicas contra la discriminación por orientación
sexual Crédito: GDA
No se trata solo de frías
estadísticas, sino de historias que conmueven de vez en cuando en cada país. En
Rosario, Argentina, asesinaron a Mónica Ortiz con siete puñaladas. La mujer
trans, de 53 años, fue hallada muerta dentro de su casa, en junio del 2016. Su
cuerpo estaba atado a la cama y calcinado.
En México, la organización
Letra S logró sacar de la cárcel a un hombre gay injustamente señalado de
asesinar a su pareja. Tras el proceso judicial se logró comprobar que fiscales
y jueces comparten prejuicios contra la comunidad gay que determinaron el
fallo, lo cual se constituye en una clara discriminación.
142 asesinatos de
integrantes de la comunidad LGBT en Colombia ocurrieron en el marco del
conflicto armado y como consecuencia de los prejuicios de los violentos.
Manifestación de la
comunidad Lésbico-Gay-Bisexual-Transexual-Transgénero-Intersexual frente a la
cámara de diputados de México Crédito: GDA/El
Universal/México
En las confesiones de
Justicia y Paz, un mecanismo judicial para la reincorporación de los
paramilitares -escuadrones de extrema derecha-, sus miembros confesaban con la
mayor serenidad los peores delitos -torturas, desapariciones forzadas-, pero
eso sí se molestaban cuando algunos de sus comandantes se referían a ellos como
"maricas".
La Procuraduría para la
Defensa de los Derechos Humanos de El Salvador informa que los niveles de
crueldad ejercidos por los agresores son desproporcionados: atan, degüellan,
lastiman con alambre de púa o cercenan los genitales de las víctimas. Estos
actos envían mensajes a toda la comunidad LGBT del país. En La Paz, un
departamento de este país centroamericano, asesinaron a dos mujeres trans, de 22
y 29 años, y luego desaparecieron y asesinaron a otra más que había ido al
sepelio de sus compañeras. Este hecho fue suficiente para que otras 6 mujeres
trans huyeran hacia Estados Unidos.
A Kiara, una mujer trans de
25 años, la encontraron sin vida en un parque de Uruguay la madrugada del 24 de
septiembre del 2012. Estaba bocabajo, con un balazo en la cabeza y parte de su
cuerpo incinerado, como si alguien se hubiese empecinado en borrar su
identidad. El anillo policial hallado en uno de sus dedos ha hecho pensar a los
investigadores en que el homicida fue un asesino serial vinculado a dicha
institución. Sin embargo, nada ha podido ser comprobado.
Manifestación en México, en
julio de 2017 Crédito: Victor Pichardo / GDA
En Honduras, la edad
promedio de las víctimas de crímenes de odio por diversidad sexual es de 34
años, y aunque la totalidad de los casos reportados por una ONG tienen una
respuesta de la justicia, no hay información disponible sobre cómo se
cometieron los crímenes.
En Venezuela, los datos no
se acercan aún a la realidad; sin embargo, se sabe que 13 personas fueron
impactadas con balas y 10, golpeadas con martillos y piedras por no ser
heterosexuales.
En el Perú no existe un
registro oficial de ataques y crímenes de odio sufridos por miembros de la
comunidad LGBT, pero hay casos imborrables como el de Alfredo Alfaro Caballero,
de 51 años. Era gay y prefería que lo llamaran Dennis. Trabajaba en un salón de
belleza, en la ciudad de Huancayo (sierra central). El 22 de enero del 2016 fue
asesinado en su local. Lo hallaron amordazado y atado de pies y manos con señas
de haber sido asfixiado.
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