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viernes, 24 de noviembre de 2017

VIH/SIDA, la crisis de salud que no queremos ver


Mientras en el mundo la cantidad de nuevos infectados con VIH/SIDA ha bajado gracias a las políticas de prevención, en Chile las cifras disponibles muestran lo contrario: la enfermedad se ha expandido y golpea sobre todo a la población de entre 20 y 30 años. La columna de la doctora en ciencias biológicas Loreto Carvallo nos alerta de una crisis de salud de la que no somos conscientes, una crisis que no está en los debates políticos, al menos no con la intensidad que merece. Remarca que apenas un 53% de las personas infectadas están en tratamiento con la terapia antirretroviral.

Según datos de 2016 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) hay casi 37 millones de personas en el mundo infectadas con el virus del VIH. Sólo ese año se registraron 1,8 millones de nuevas infecciones y un millón de muertes relacionadas al VIH a nivel mundial. La buena noticia es que el avance científico de la terapia antirretroviral ha logrado que el número de muertes relacionadas con el VIH vaya disminuyendo a medida que aumenta la población que accede a ella.

Sin embargo, el VIH/SIDA continúa siendo una crisis de salud mundial: la terapia antirretroviral no cura la enfermedad. Es eficiente, pero debe ser administrada de por vida. Actualmente no hay una vacuna para prevenir la infección por VIH y la gran barrera para lograr la cura, es que el ADN viral (material genético del virus) se integra al genoma de la célula huésped infectada, lo que conforma un estado de latencia del VIH y la formación de reservorios del VIH en diferentes tejidos del cuerpo. El VIH puede permanecer latente en numerosos tejidos, por ejemplo, sistema digestivo, nodos linfáticos, bazo, timo, médula ósea y cerebro, entre otros.

La terapia antirretroviral es capaz de suprimir o bajar la cantidad del virus en la sangre, llegando incluso a niveles indetectables. Pero no tiene efecto sobre las células infectadas donde el virus se encuentra en estado latente. El VIH sale de este estado de latencia día a día, comenzando nuevamente la infección. Si la terapia es interrumpida o terminada, el virus rápidamente aumenta. Por eso es tan importante continuarla de por vida.

Ese no es el único problema. El tratamiento antirretroviral no restituye completamente el sistema inmune, dando como resultado que la infección por VIH sea una enfermedad crónica. Ello hace emerger complicaciones asociadas al VIH, como, por ejemplo, enfermedades cardiovasculares, arteriosclerosis, cambios metabólicos, inflamación y desregulación del sistema inmunitario, envejecimiento acelerado, problemas cognitivos y cáncer.

Sobre los problemas cognitivos asociados al VIH (que es mi área de trabajo), sabemos que el virus del VIH entra al cerebro dos semanas después que una persona es infectada, esto es, mucho antes que la persona se entere que está infectada. Y el virus persiste en el cerebro a pesar de la terapia antirretroviral.

Hoy, alrededor de 40% a 70% de las personas infectadas por VIH desarrollan algún tipo de deterioro cognitivo, que se manifiesta en problemas a la memoria, concentración, cambios conductuales y problemas motores, pudiendo llegar a un estado de demencia.


Según la OMS, a nivel mundial existe una disminución constante en las nuevas infecciones a partir de fines de los años 90, debido a las campañas de prevención y al cambio de conductas frente a la infección promovida por los distintos países. Pero en Chile la situación es completamente distinta: los datos dados a conocer por ONUSIDA son alarmantes y preocupantes. Desde 2010, las nuevas infecciones en nuestro país han aumentado alrededor de un 40%, concentrándose principalmente en la población joven de 20-30 años y con un número similar de casos confirmados provenientes del mundo privado y público. Llama fuertemente la atención que alrededor del 69% de la población conozca su estatus sobre VIH y apenas el 53% de las personas infectadas están en tratamiento con la terapia antirretroviral.

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