Mientras en el mundo la cantidad de
nuevos infectados con VIH/SIDA ha bajado gracias a las políticas de prevención,
en Chile las cifras disponibles muestran lo contrario: la enfermedad se ha
expandido y golpea sobre todo a la población de entre 20 y 30 años. La columna
de la doctora en ciencias biológicas Loreto Carvallo nos alerta de una crisis
de salud de la que no somos conscientes, una crisis que no está en los debates
políticos, al menos no con la intensidad que merece. Remarca que apenas un 53%
de las personas infectadas están en tratamiento con la terapia antirretroviral.
Según datos de 2016 de la Organización Mundial de la
Salud (OMS) hay casi 37 millones de personas en el mundo infectadas con el
virus del VIH. Sólo ese año se registraron 1,8 millones de nuevas infecciones y
un millón de muertes relacionadas al VIH a nivel mundial. La buena noticia es
que el avance científico de la terapia antirretroviral ha logrado que el número
de muertes relacionadas con el VIH vaya disminuyendo a medida que aumenta la
población que accede a ella.
Sin
embargo, el VIH/SIDA continúa siendo una crisis de salud mundial: la terapia
antirretroviral no cura la enfermedad. Es eficiente, pero debe ser administrada
de por vida. Actualmente no hay una vacuna para prevenir la infección por VIH y
la gran barrera para lograr la cura, es que el ADN viral (material genético del
virus) se integra al genoma de la célula huésped infectada, lo que conforma un
estado de latencia del VIH y la formación de reservorios del VIH en diferentes
tejidos del cuerpo. El VIH puede permanecer latente en numerosos tejidos, por
ejemplo, sistema digestivo, nodos linfáticos, bazo, timo, médula ósea y
cerebro, entre otros.
La terapia antirretroviral es capaz de suprimir o bajar
la cantidad del virus en la sangre, llegando incluso a niveles indetectables.
Pero no tiene efecto sobre las células infectadas donde el virus se encuentra
en estado latente. El VIH sale de este estado de latencia día a día, comenzando
nuevamente la infección. Si la terapia es interrumpida o terminada, el virus rápidamente
aumenta. Por eso es tan importante continuarla de por vida.
Ese no
es el único problema. El tratamiento antirretroviral no restituye completamente
el sistema inmune, dando como resultado que la infección por VIH sea una
enfermedad crónica. Ello hace emerger complicaciones asociadas al VIH, como,
por ejemplo, enfermedades cardiovasculares, arteriosclerosis, cambios
metabólicos, inflamación y desregulación del sistema inmunitario,
envejecimiento acelerado, problemas cognitivos y cáncer.
Sobre los problemas cognitivos asociados al VIH (que es
mi área de trabajo), sabemos que el virus del VIH entra al cerebro dos semanas
después que una persona es infectada, esto es, mucho antes que la persona se
entere que está infectada. Y el virus persiste en el cerebro a pesar de la
terapia antirretroviral.
Hoy,
alrededor de 40% a 70% de las personas infectadas por VIH desarrollan algún
tipo de deterioro cognitivo, que se manifiesta en problemas a la memoria,
concentración, cambios conductuales y problemas motores, pudiendo llegar a un
estado de demencia.
Según la
OMS, a nivel mundial existe una disminución constante en las nuevas infecciones
a partir de fines de los años 90, debido a las campañas de prevención y al
cambio de conductas frente a la infección promovida por los distintos países.
Pero en Chile la situación es completamente distinta: los datos dados a conocer
por ONUSIDA son alarmantes y preocupantes. Desde 2010, las nuevas infecciones
en nuestro país han aumentado alrededor de un 40%, concentrándose principalmente
en la población joven de 20-30 años y con un número similar de casos
confirmados provenientes del mundo privado y público. Llama fuertemente la
atención que alrededor del 69% de la población conozca su estatus sobre VIH y
apenas el 53% de las personas infectadas están en tratamiento con la terapia
antirretroviral.
Lee completa esta opinión en Ciper Chile: http://ciperchile.cl/2017/11/15/vihsida-la-crisis-de-salud-que-no-queremos-ver/
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