“El Día
de los Derechos Humanos es una llamada para defender los derechos del otro.
Cada uno de nosotros debe tomar una posición. Un paso adelante y defender los
derechos de un refugiado o migrante, una persona con discapacidad, una persona
LGBT, una mujer, un indígena, un niño, un afrodescendiente, o cualquier otra
persona en riesgo de ser discriminada o sufrir algún acto violento.” ONU 2016
El fundamento de los derechos humanos tuvo su solución en
la Declaración
Universal de los Derechos del Humanos (DUDH) aprobada por la Asamblea
General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948. Esta Declaración representa un hecho histórico ya que,
por primera vez en la historia, un sistema de principios fundamentales de la
conducta humana, es aceptado libremente, se hace universal y positiva en el
sentido de protección.
Quienes entonces redactaron la DUDH probablemente no imaginaron que
estaban escribiendo un manifiesto revolucionario. Cada palabra expresaba un
ideal de conducta y posición contrario a la realidad de 1948. “Los poderosos de
entonces o no cayeron en cuenta o la aprobaron con desenfado retórico.” Éste
fue un primer paso para denunciar y combatir los abusos sistemáticos de los
poderosos contra los vulnerables; siguió la creación de mecanismos especializados
en la materia; el incremento de organizaciones defensoras de los derechos de la
población; y hoy, en la era digital, la comunicación ha sido central para
conocer sobre los horrores de las persecuciones, expulsiones, violaciones
masivas, refugiados en condiciones infrahumanas y crímenes de lesa humanidad.
¿Qué pasa en México? Cuando en un país, el 69% de la
población percibe que la inseguridad y la violencia son los factores que
afectan su vida cotidiana, quiere decir que es lamentable y grave el tema de
violación a los derechos humanos. La Encuesta Nacional de Victimización (ENVIPE
2016), menciona que uno de cada cinco mexicanos ha sido víctima de algún
delito; en uno de cada tres hogares hay por lo menos una víctima entre sus
miembros. Según INEGI, el porcentaje de víctimas de 18 años y más pasó de 22.8
millones en 2015 a 23.3 millones en 2016; el gasto de los hogares por las
pérdidas económicas después de un delito es de 68.3% y de 28.1% por gasto en
medidas para protegerse de la delincuencia. La delincuencia está en niveles
inaceptables, 50 asesinatos diarios; en América Latina, la tasa es de 28.5
(PNUD). La irresponsabilidad del sistema político en su conjunto para detener
esos crímenes, no sólo es lamentable sino profundamente trágico.
Estos datos reflejan que en México, hay un fuerte clamor
sobre la incompetencia y la connivencia del Estado para resolver el abuso
sistemático del respeto a los derechos humanos. Para un país que no se
encuentra en medio de un conflicto, las cifras calculadas son, simplemente,
impactantes. La confianza de la ciudadanía en las instituciones federales y
locales ha sido seriamente cuestionada.
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