La invasión de Estados
Unidos contra Panamá y sus consecuencias
Por: Olmedo
Beluche | Sábado, 16/12/2017 06:52 AM | Versión para imprimir
1. La invasión perpetrada
por el Ejército de Estados Unidos contra Panamá, el 20 de diciembre de 1989,
fue un acto de extremada e injustificada violencia. Esta acción bélica,
realizada contra una población completamente desprevenida, contó con los más
sofisticados armamentos y con un elevado contingente de tropas.
En esta acción militar, que
se ha conocido con el nombre de "causa justa", participaron 25,000
mil soldados norteamericanos. Además de las tropas normalmente acantonadas en
las bases ubicadas en el área del Canal de Panamá, bajo las órdenes del Comando
Sur, participaron en la invasión:
-La 7ma. división de
infantería procedente de Fort Ord-California.
-Un batallón mecanizado de
la 5ta. división de infantería acantonada en Fort Polk-Loussiana.
-Una brigada de la 82a.
división aerotransportada de Fort Bragg-Carolina del Norte.
-Dos batallones rangers.
El sofisticado armamento del
ejército estadounidense utilizado en la invasión a Panamá incluyó los últimos
adelantos tecnológicos alcanzados por ese país en el "arte" de hacer
la guerra, y que luego han sido usados masivamente en la guerra del Golfo
Pérsico:
-Bombarderos Stealth F-117.
-Bombas de 2,000 libras.
-Misiles Hell Five.
-Helicópteros y lanzamisiles
Blackhawk, Apache AH-64 y Cobra.
-Aviones de asalto A-37.
-Cañones de fuego rápido de
30 mm.
-Vehículos HMMWV (Hummer)
con ametralladoras de alto calibre.
-Fusiles M-16 con mirilla
infrarroja.
Diversos organismos de
derechos humanos, entre los que podemos mencionar a la Asociación
Latinoamericana de Derechos Humanos (ALDHU), consideran que tal despliegue de
capacidad bélica, muy superior al armamento de las Fuerzas de Defensa
panameñas, no sólo era injustificado, sino que es violatorio de la Convención
de Ginebra (Protocolo I, título III, sección I) que "prohibe expresamente
el empleo de armas, proyectiles, materias y métodos de hacer la guerra que
causen males superfluos o sufrimientos innecesarios" (ALDHU, revista Tareas No.
78, pág. 12).
2.Los primeros objetivos
militares de la invasión fueron los principales cuarteles de las Fuerzas de
Defensa de Panamá, y las áreas civiles aledañas fueron las más afectadas, tanto
por la acción directa de las tropas norteamericanas como por el saqueo
posterior. Las áreas más afectadas fueron:
-El Chorrillo, donde estaba
el Cuartel Central.
-San Miguelito, cuarteles de
Tinajita y de la XI Zona Militar.
-Panamá Viejo, cuartel del
escuadrón UESAT.
-Fuerte Amador, en el área
revertida.
-Aeropuertos de Tocumen y
Paitilla.
-Batallón 2,000 en Pacora.
-Río Hato.
-Fuerte José Domingo
Espinar.
Según la Comisión Especial
enviada por ALDHU a Panamá, entre el 21 y el 25 de febrero de 1990, y que
estuvo conformada por prestantes figuras del continente, encabezadas por el
jurista norteamericano Robert White: "...el bombardeo del Cuartel Central
de las Fuerzas de Defensa provocó el incendio generalizado y la destrucción de
los barrios de San Miguelito y El Chorrillo" (Ibidem, pág. 15).
Al respecto ALDHU concluye
que: "Algunos de los objetivos militares perseguidos por los invasores se
encontraban dentro de zonas densamente pobladas. Este hecho obligaba a
las fuerzas de ocupación a extremar las medidas de seguridad que garantizaran
la vida y bienes de la población civil. Sin embargo, parece evidente que
las medidas adoptadas por los norteamericanos privilegiaron la protección de
sus propias vidas, aumentando el riesgo de la población invadida" (Ibid.,
pp 16-17).
3.Esta negligencia del
ejército norteamericano respecto a la población civil y sus bienes se manifestó
con especial dramatismo en las cifras de muertos y heridos. Sin que se haya
llegado a una estimación oficial respecto a este punto, los datos recabados por
diversos organismos confirman el alto número de víctimas civiles producidas por
la llamada "operación causa justa".
La Iglesia Católica panameña
ha estimado que en la invasión se produjeron 655 muertes por el lado panameño,
de los cuales 314 eran militares y 341 eran civiles. Ellos estiman los heridos
en 2,007, de los cuales tan sólo 124 eran militares panameños (Panorama
Católico 14/01/90).
Los datos recabados por el
Instituto de Medicina Legal de Panamá registran 255 muertos y 93 desaparecidos.
De los desaparecidos, 39 corresponden a militares y el resto son civiles. Por
su parte, el Comité Panameño de Derechos Humanos contabiliza 556 muertos y 93
desaparecidos (Beluche, O. La verdad sobre la invasión, CELA,
Panamá, 1991, pp 95-102). Otros organismos, como la Asociación de Familiares de
los Caídos el 20 de diciembre de 1989, consideran que las víctimas deben
"alrededor de 4,000" (Ibidem, pág. 102).
Tomando como válidos los
datos aportados por la Iglesia Católica y relacionándolos con las cifras de
víctimas norteamericanas, 26 muertos y 324 heridos de acuerdo al Comando Sur,
nos muestra una alta cifra de 25 panameños muertos por cada norteamericano.
4.Otro de los aspectos en
que ha quedado evidenciada la acción destructora de la invasión norteamericana
sobre la población civil es el alto número de personas que perdieron sus
hogares, y que han pasado a considerarse damnificados o refugiados de la invasión.
De acuerdo a testigos presenciales, citados en diversas investigaciones, el
combate más duro se produjo en el área residencial de El Chorrillo, comprendida
entre las calles 25, 26 y 27, en las que habitaban más de 30,000 personas en un
área que no excede de 20 hectáreas.
Encuestadas en el campo de
refugiados montado en la Escuela Secundaria de Balboa, a donde fueron llevados
inicialmente los chorrilleros evacuados, se contabilizaron 18,000 personas
agrupadas en 2,800 familias que perdieron sus hogares en El Chorrillo. Allí
fueron destruidos también 123 comercios de diversa índole. A las familias
refugiadas de El Chorrillo, hay que agregar otras 48 familias que perdieron sus
hogares por la invasión en la ciudad de Colón y un número no precisado de casas
que fueron afectadas por los combates en San Miguelito.
El elevado número de hogares
y edificaciones afectadas por la invasión demuestra que las tropas
norteamericanas no hicieron el menor intento por limitarse a blancos militares,
evitando daños a las vidas y bienes de la población civil panameña.
Pese a las promesas del
gobierno norteamericano de compensar los daños causados en las viviendas de
estos refugiados, hay que señalar que los afectados se han manifestado
insatisfechos con los trabajos de reparación y construcción realizados. Además
de que consideran insuficiente la compensación monetaria de $ 800.00 que se les
asignó (no a todas las familias) para que repusieran sus muebles y ropas
pérdidas durante la invasión. En este sentido, el ex ministro de vivienda, Arq.
Alfredo Figueroa, ha negado que Estados Unidos hayan pagado los 40 millones de
dólares prometidos para reparar los daños hechos en El Chorrillo. Según él,
sólo pagaron 22 millones de dólares (La Prensa, 8/4/91).
5.Respecto a los daños
económicos causados por la invasión norteamericana a Panamá las estimaciones
también varían de acuerdo a los criterios que se utilicen. En este aspecto,
como con las pérdidas humanas, el gobierno nacional surgido con la invasión se
ha negado a conformar una comisión especial que cuantifique, con parámetros
consensuales, el monto total de las pérdidas.
Para algunos, como el economista
Juan Jované, hay que incorporar a las pérdidas materiales producidas por la
invasión, las pérdidas sufridas por la economía panameña por culpa de las
sanciones económicas norteamericanas impuestas a partir de marzo de 1988.
"Tan sólo en el primer año de sanciones, 1988, el producto interno bruto
cayó en un 17.1 por ciento y los ingresos corrientes del estado bajaron un 44
por ciento..." (Beluche, Op. cit., pág. 104).
Dentro de las pérdidas
sufridas en la propia invasión hay que considerar los daños directos causados
por el enfrentamiento militar, sobre todo en las instalaciones públicas y de
las FFDD, y los daños directos causados a propiedades privadas por la invasión
y el saqueo que generó.
Hasta ahora no ha habido un
informe oficial sobre las pérdidas globales sufridas por el estado panameño,
como ya se ha dicho. El ejército norteamericano además de la destrucción
directa causada a las armas e instalaciones de las FFDD, decomisó un enorme
arsenal cuyo valor puede alcanzar varios millones de dólares, que debe
computarse entre las pérdidas del estado panameño.
Como una muestra de las
millonarias pérdidas sufridas por otras entidades del estado, basta mencionar
que la Dirección de Correos y Telégrafos del Ministerio de Gobierno y Justicia
estimó daños en 386,000 balboas. En el plano fiscal el estado dejó de percibir
por lo menos 4 millones de dólares debido a la invasión, según el Prof. Roberto
Méndez (Revista Tareas No. 74, pp 41-42).
En el sector privado, si
bien en un primer momento el economista y empresario Guillermo Chapman estimó
las pérdidas ocasionadas por la invasión en 1,500 millones de dólares,
posteriormente el Centro de Estudios Económicos de la Cámara de Comercio de
Panamá (CEECAM) ha dado cifras más pequeñas pero confiables. Esta información,
que fue obtenida por el CEECAM a través de una encuesta aplicada a 1,147
empresas comerciales e industriales, estimó que se había perdido durante la
invasión el 90 por ciento de los inventarios y un 10 por ciento de los activos
fijos.
Según los datos de la CEECAM
los comercios mayormente afectados por el saqueo producido durante la
invasión-ocupación, fueron las ciudades de Panamá y Colón, en las que las
tropas norteamericanas aniquilaron a las Fuerzas de Defensa panameñas. El
interior de la república, donde casi no hubo combates, NO se
registraron saqueos.
O sea, el saqueo se
produce en las áreas que sufren directamente la invasión. Datos del CEECAM
(Informe, mayo de 1990) revelan que las áreas más afectadas por el
saqueo fueron, en ese orden: Calidonia, Bethania, Bella Vista, San Miguelito,
Santa Ana y Juan Díaz. Según las sociólogas Lina Muñoz y Milagros Huerta, que
citan el informe de CEECAM: "Las áreas más alejadas fueron las que menos
sufrieron daños materiales...En cuanto a las áreas rurales, las mismas no
sufrieron destrozo alguno." (Muñoz, L. y Huerta, M. Causas y
efectos de la invasión a Panamá, pág. 145).
Los daños económicos a las
empresas comerciales e industriales de las ciudades de Panamá y Colón han sido
estimados por CEECAM en 432.1 millones de dólares. De los cuales 334.8 millones
corresponden a mercancías perdidas, 67.2 millones a instalaciones físicas
perdidas, 8.7 millones a materias primas, 21.4 millones se estiman en la
categoría no especificada de "otros".
En cuanto a rubros
específicos los datos de CEECAM señalan que se perdieron 58.7 millones de
dólares en alimentos, 44 millones en el área de transporte, 11.9 millones de
dólares en medicinas y productos químicos y 14.9 millones se perdieron en el
área de la construcción. Tan sólo en la ciudad de Colón se contabilizan
pérdidas por un monto de 68 millones de dólares.
A estos datos hay que
agregar que la invasión produjo la pérdida directa de 15 mil empleos, los que
se deben agregar a los 60 mil empleos perdidos en 1988 con las sanciones
económicas. Esta situación elevó el índice de desempleo en el país a más del 30
por ciento de la población económicamente activa, lo que agravó las condiciones
de miseria socioeconómica de cientos de miles de panameños. El Ministerio de
Planificación calcula que la población que subsiste con ingresos inferiores al
mínimo necesario para vivir sobrepasa el 40 por ciento de los panameños.
Recuperar el ritmo del
crecimiento económico a los niveles previos a la invasión y a las sanciones
económicas no será fácil para Panamá. Según Juan Jované: "En todo caso,
las pérdidas producidas durante la invasión deberían ser sumadas a las
generadas por la aplicación de las sanciones, dando como resultado un impacto
total que ha sido calculado por varias fuentes en cerca de 4,000 millones de
balboas. Esta cifra equivale a aproximadamente el 75 por ciento del valor total
corriente del PIB de 1987".
Jované agrega que:
"Esto significa que, sólo para volver al nivel absoluto de 1987, se
necesitaría cerca de 3 años. Más aún se necesitarían aproximadamente 6 años y
medio a esa alta tasa (del 20 %) para recuperar el nivel del PIB por habitante
de 1987" (Economía Nacional: Balance y Perspectivas en 1991,
Revista Este País No. 31).
6.Un aspecto poco estudiado
hasta ahora es el impacto sicológico que la invasión produce en las mentes de
decenas de miles de panameños, sobre todo en los que vivieron directamente el
escenario del combate armado, como los chorrilleros, y los habitantes de los
barrios aledaños a los cuarteles. Este impacto sicológico, que también
podríamos llamar trauma, es la causa objetiva de muchos comportamientos
anormales y de extremada violencia que vivieron los panameños los días y semanas
subsiguientes a la invasión.
Nos dice la sicóloga Berta
Jaramillo que: "Si impresionante fue ver horas y días después, y aún hoy,
el área afectada... detengámonos a observar otro panorama: el de las vivencias
de la gente que allí vivía". Y agrega: "El que vivió los momentos
difíciles del día 20 de diciembre en este barrio, y que hoy experimenta sus
efectos, te dirá: ¡tú no puedes comprender!... Esto es realmente cierto"
(IDEN. Los efectos sicosociales de la destrucción de El Chorrillo,
en El Chorrillo: situación y alternativas. pág. 74).
Definitivamente la invasión
con su lógica de destrucción y muerte produce un trauma en la mente de miles de
panameños. El hecho de enfrentarse a la destrucción repentina de las
instituciones sociales que daban solidez a su existencia, desde las más íntimas
como la familia y el hogar, hasta las instituciones públicas, son parte del
impacto sicológico de la invasión. El sentimiento de temor, y muchas veces
pánico, a perder la vida, puesta realmente en peligro; la ansiedad producida
por no saber de la suerte corrida por familiares y amigos; la inseguridad
respecto al futuro del núcleo familiar, si contará con medios para alimentarse,
si será afectada su vivienda, si sus vidas están o no en riesgo; todos estos
aspectos que sufrieron decenas de miles de panameños que habitan las ciudades
de Panamá y Colón, forman lo que denominamos trauma de la invasión.
Para las sociólogas Lina
Muñoz y Milagros Huerta los testimonios recabados en el transcurso de su
investigación confirman el hecho traumático sicológico de la invasión. Según
ellas: "La no comprensión de un hecho tan violento, en el caso concreto de
los niños, obtiene resultantes negativas en los individuos: inseguridad,
agresividad, conductas atípicas, apatía u obsesión ante determinada situación o
actitudes suicidas incluso..." (Muñoz y Huerta. Op. cit., pág. 165).
Y agregan, las sociólogas
Muñoz y Huerta, que estos comportamientos anómalos se manifiestan no sólo
individualmente, sino que también se sufren colectivamente. "Colectivamente
se crean conductas similares a las individuales, pero que crean rasgos
distintivos de alienación; indiferencia colectiva, formación de líderes
negativos (aquellos en los cuales se da la tendencia a agruparse o formar
individuos sin conciencia moral, ni social, ni conductual)" (Ibidem, pág.
165).
La combinación de los
efectos sicológicos con los efectos económicos de la invasión es la raíz en la
que hay que buscar la explicación de la elevada criminalidad aparecida
inmediatamente después del 20 de diciembre. Las cifras de crímenes ocurridos
entre los meses de enero y febrero de 1990 revelan que se había producido un
acontecimiento tan traumático, que había afectado el comportamiento social.
El gobierno de Estados
Unidos es responsable, no sólo por los daños directos a la vida y bienes de los
panameños, sino también es responsable por los daños psíquicos causados a la
población, y por los daños materiales que personas emocionalmente afectas por
la invasión hayan causado. El factor sorpresivo de la acción
militar aumentó el efecto de este trauma. De haberse advertido a la
población panameña, se habría evitado el impacto sicológico y muchos daños
materiales. La principal diferencia entre las víctimas del ataque
norteamericano en Iraq y en Panamá, es que los iraquíes sabían lo que iba a
pasar, y hasta sabían cuándo iba a suceder.
7.Todos los testimonios,
análisis e informes sobre la invasión señalan claramente que el saqueo
generalizado de almacenes e instalaciones comerciales e industriales se produce
después de que las tropas norteamericanas han atacado y liquidado a las FFDD de
Panamá, y cuando éstas tienen bajo su control las áreas neurálgicas de la
capital.
"Producida la ocupación
militar del país-dice el informe de ALDHU-, destruidas las Fuerzas de Defensa,
desarticulada la mínima resistencia inicial y apresados miles de ciudadanos,
las ciudades de Panamá y Colón quedaron bajo el total control de las fuerzas de
ocupación".
"En estas
circunstancias se produjo el saqueo masivo de negocios, tiendas, mercados e
incluso residencias particulares. Miles de personas participaron en estos
actos, asolando los barrios comerciales y las propias viviendas, especialmente
aquellas que habían sufrido el allanamiento previo de las tropas de ocupación"
(ALDHU, Op. cit., pp 18-19).
Analizando respecto a quién
compete la responsabilidad del saqueo masivo de los negocios en las horas
posteriores a la invasión, el informe de ALDHU señala: "De cualquier
manera, resulta evidente que, si una potencia extranjera invade un país, debe
tomar las providencias y precauciones del caso para cautelar los bienes y la
propiedad, máximo cuando, como en este caso, la invasión eliminó las Fuerzas de
Defensa y dejó a la población desamparada".
Y prosigue: "Lo cierto
es que las fuerzas de ocupación, teniendo el territorio panameño bajo su
control y habiendo diezmado a las fuerzas de defensa panameñas adoptaron para
sí la responsabilidad de garantizar la seguridad de la población. Esta
obligación de las fuerzas ocupantes no fue debidamente observada al no
controlar los saqueos ni proteger los bienes y la propiedad particular"
(ALDHU, ibidem, pág. 19).
Reportaje completo en: https://www.aporrea.org/internacionales/a256575.html
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